Bruno H. Piché sabe la velocidad a la que viajamos por el universo y sabe que ese viaje es también hacia adentro: hacia el cuerpo y sus veleidades, hacia la gravedad de ciertas lecturas y hacia las llagas de la memoria. En este libro Bruno H. Piché observa a los demás con la misma sorna y con la misma piedad con que se observa a sí mismo y escribe un libro bello y transparente porque sigue la máxima que aprendió bebiendo whisky: la conversación es la continuación de la literatura por otros medios.
Yuri Herrera
Bruno H. Piché “es dueño de una rara y natural inteligencia literaria. Improvisa con exactitud y rara vez se le escapan sin un preciso alfileretazo los lepidópteros y coleópteros literarios que solicitan su juicio. Quizás algo tiene que ver con Alejandro Rossi, uno de los autores que guían sus pasos”.